ENTENDIENDO UNA PARTE DE LA DISCAPACIDAD

ENTENDIENDO UNA PARTE DE LA DISCAPACIDAD

Para entender la discapacidad hay que ir más allá de la propia discapacidad. Cuando las personas tenemos un problema de salud, de cualquier índole, nos sentimos dañadas en nuestra persona y pasamos a entender el mundo de una forma más violenta; Empezamos a sentir amenazas donde antes no las había, ya que sin saberlo nos percibimos más vulnerables y por tanto más inseguros.

La inseguridad, afecta a todos los niveles de la persona, así como a los ámbitos que engloban su vida, nos lleva a que la exigencia externa sea muy alta, pero más importante es la intensidad de la exigencia interna. Nuestro nivel de autoexigencia subirá tanto que nos convertimos en nuestros peores jueces; Y consideramos que tenemos que demostrar más que los demás para seguir siendo igual de válidos, no obstante, esta autoexigencia viene del interior de uno mismo.



En ocasiones forzamos nuestros límites para mostrar al otro que somos tan válidos como cualquiera. Cada persona vale en sí misma por lo que es, y no por nada más y esto debemos creérnoslo.

Uno de los ámbitos más representativos de la autoexigencia lo encontramos en el mundo laboral, ya que es aquí donde nos ponemos a prueba comparándonos con personas SIN discapacidad; ante la comparación siempre vamos a perder. Es cuando adoptamos una máscara distinta que creemos adecuada al juicio externo.

Cada persona lleva consigo un bagaje propio, compuesto, por las experiencias de su vida, su entorno, los demás, entre otras cosas, y con ello confeccionamos las interpretaciones que realizamos. Somos lo que nos aportan las personas que nos rodean, y lo que vemos como reflejo nuestro en los demás. La mirada que nos devuelve un familiar, un amigo, un compañero, es, en cierta medida, lo que construimos de nosotros mismos. La identidad se va construyendo desde el exterior al interior. Por ello es tan importante conocer cómo interpretamos. Nadie está libre de sesgos, todos interpretamos, por ello es importante ir conociéndonos y planteándonos cómo llevamos a cabo este proceso. Preguntar para saber, preguntar para no interpretar. Y el primer paso para ello puede ser preguntar al otro cómo somos, cómo nos ve, cómo entiende lo que expresamos, cómo se siente ante nuestras conductas, etc. Vamos a pedir el feedback de las personas que nos conocen y nos quieren.

La experiencia de vida sentida, el dolor y el sufrimiento es algo nuestro, personal y propio, que los demás no pueden llegar a comprender si no lo expresamos. Este es uno de los puntos más importantes. Es difícil de transmitir a los demás, y nunca se podrá expresar ni comprender al nivel que uno lo siente, pero lo que si podemos hacer es compartirlo con los demás, como una parte de nosotros mismos. Si no damos la oportunidad a los demás de conocernos y que nos conozcan corremos el riesgo de perdernos cosas muy valiosas. Un parte que ofrecemos al otro, que es nuestra, y que es bonita y fea a la vez, pero de la que no deberíamos sentirnos avergonzados. La peor versión de nosotros mismos es también nuestra, y también tiene derecho a ser mostrada. Todas las personas tenemos derecho de vez en cuando a una pataleta, a llorar y a expresar nuestras emociones de la forma más inmadura. ¡No pasa nada!. Después nos pararemos a pensar, a razonar y pediremos perdón y argumentaremos.

Y esto tiene dos polos marcados, por un lado, esperamos que el otro nos entienda sin expresar nuestras limitaciones (que nos lea la mente), porque ello supone enfrentarnos a nosotros mismos y a admitir nuestra vulnerabilidad y aceptarla, y este trabajo interno es muy duro y tratamos de evitarlo. No expresar nos va a hacer daño. Por otro lado, nos enfrentamos a una realidad que va muy rápido, muy exigente con cada persona, y a la que no podemos llegar, y cuando nos desborda, nos retraemos en nosotros mismos, y nos respaldamos ante la etiqueta o el escudo de la discapacidad. No es compasión lo que se busca, sino comprensión.

Un ejercicio que podemos llevar a cabo aquí, es mirarnos al espejo y contarnos a nosotros mismos nuestra experiencia y acompañarla de sus emociones, devolvernos nuestra autoestima y nuestro valor. Este video puede sernos útil: Película "Angel-A" (escena sobre Autoestima):


Muchos problemas físicos llevan consigo un daño psíquico. El peso físico tiene una repercusión a nivel mental, así como los propios trastornos mentales tienen un sentido para la propia persona. Y lo importante dentro de nosotros mismos es tratar de comprendernos. Nadie desea llevar un cartel en el que venga escrito su sufrimiento, no obstante, el dolor invisible que traen consigo las enfermedades mentales pesa mucho cuando no se ve y no puede ser expresado. Tendemos a confundir invisible con inexistente. Y también a escondernos tras una máscara de aparente felicidad o indiferencia ante las cosas que nos suceden.

La discapacidad no significa ser menos capaz que otros, sino que en la medida en la que nos afecta a algo específico, se tienen ciertas dificultades, y ello crea en nosotros algunas limitaciones. Es nuestra mochila, que cargaremos durante el resto de nuestra vida, es la experiencia de vida que cada uno porta. Nuestras limitaciones debemos ir conociendolas, cómo nos afecta, qué síntomas sentimos y qué sentido tienen para nosotros, ya que los síntomas son la parte expresada por el cuerpo para mostrar lo que no está yendo bien. Vamos a tratar de comprenderlo a través de un ejemplo, como dijo Einstein, “todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol, vivirá su vida entera creyendo que es estúpido”, esto lo podemos extrapolar a la discapacidad para poder entenderla mejor. Las personas con o sin discapacidad somos valiosas.

También vamos a pararnos a pensar qué significado le damos a la palabra discapacidad a nivel personal, cómo lo entendemos para cada uno con su diagnóstico, y, cómo lo entiende el mundo. Los prejuicios y juicios existen porque dan un sentido racional a sentimientos más profundos, miedo, angustia, entre otros. La apariencia de las personas no es más que una carcasa, que cada uno usa con una finalidad. No nos quedemos en ella, ni la usemos como escudo, ni la usemos para juzgar a los demás.

Volviendo al ámbito laboral, nos vamos a encontrar ante presión temporal, carga de trabajo, valoraciones externas, juicios, quejas, malestar propio y del otro…Podemos imaginarnos una situación en la que un jefe nos regañe por algo mal hecho o fuera de tiempo, o ante personas con un carácter fuerte que nos impongan, o podríamos plantear muchos ejemplos, pero ante ello, lo que importa es que tratemos de comprender la situación. Un carácter fuerte puede ser difícil de manejar, pero para un jefe puede tener un sentido en su puesto y bajo la responsabilidad que pueda recaer sobre él. A veces una actitud de seguridad o de exigencia puede camuflar no valía, por ejemplo. Todos somos personas y los jefes/compañeros también llevan sus propias cargas. Vamos a intentar comprender al otro, lo cual no significa justificar. Por lo general, las personas no estamos preparadas para hablar a los demás desde las emociones, pero no necesitamos estarlo, es algo que todos vamos aprendiendo a lo largo de la vida. No necesitamos estar preparados para sentir alegría, o dolor, ni para amar…Son aspectos que vamos construyendo. Todas las personas tenemos unas u otras limitaciones. Cuando nos expresamos a nivel de emoción, llegamos a los demás, no obstante, puede que la primera reacción sea de defensa. Para muchas personas este paso es difícil, ya que la tendencia es a moverse en lo racional, y pueden percibirse amenazadas. Esto también hay que permitirlo, todos necesitamos cierto tiempo de asimilación. A veces son otras personas las que necesitan nuestra ayuda, y no lo podemos ver porque estamos dentro de nuestras percepciones. Un simple ¿Cómo puedo ayudarte? puede servir para que alguien se sienta apoyado. No hay real o irreal, son emociones, no hay justo o injusto, son sentimientos, no hay justicia en el mundo, sino que lo creamos las personas en nuestro día a día.

Las personas siempre notan tu cambio de actitud hacia ellos, pero nunca se dan cuenta del comportamiento que lo provocan. Vamos a hacerlo fácil, que la vida y es demasiado difícil, y expresar.

Ante el error vamos a recordar una premisa básica, todo el mundo comete errores y toma malas decisiones en algún momento de su vida, y quien diga que no, simplemente miente. ¡No pasa nada! Pero si nos quedamos en ello, perderemos seguridad y confianza en uno mismos, cree en ti y te irás devolviendo la seguridad. NO es tan importante que nos juzguen, como que lo hagamos nosotros mismos.

Una forma que nos puede ayudar a empezar a expresar algo nuestro, es antes conocer el estado del otro, preguntarle cómo se encuentra, y validar sus emociones. En muchas ocasiones necesitamos comprender que algunas actitudes de los demás hacia nosotros no son por la persona que somos, sino por el puesto que cada uno tiene. Vamos a ir aprendiendo qué es por nosotros y qué es por el puesto. Otro aspecto que puede ayudarnos en la relación entre compañeros, es ir conociendo a las personas con las que trabajamos, son muchas horas de nuestras vidas con las que compartimos espacios y tiempo, y es normal que se puedan dar roces e incomprensión en algunos momentos. Al final se podrían definir como la “familia laboral”. También vamos a errar, cometer errores es humano, y nos lo podemos permitir, pero quedarse en ello y regodearse en la culpa o el ataque no nos ayuda. ¿Qué podemos hacer? Igual el primer punto que podríamos pararnos a pensar, es no señalar culpables, sino plantear responsables. Cambiar la palabra nos lleva a cambiar el significado, la culpa no mueve a la acción ni a la reparación del error, la responsabilidad si. Y ante la responsabilidad vamos a ser humanos, pedir perdón es un acto de madurez, y después trataremos de reparar lo que hicimos mal en el pasado y de cara al futuro nos fijaremos más.

En el ámbito del Derecho y de la Victimología se habla del delito, del delincuente, de la víctima y sobre todo de la reparación de la víctima. Esto viene de la parte del perdón que muchas veces olvidamos, tras un daño a alguien, nos acostumbramos a pedir o solicitar el perdón, pero nos olvidamos del siguiente paso, que consiste en reparar el daño en la proporción que este fue realizado. Esto nos sirve en todos los ámbitos de nuestra vida.

No convirtamos el error en un fracaso, ya que como dijo Skinner “Un fracaso no siempre es un error, puede ser simplemente lo mejor que se puede hacer en esas circunstancias” (B.F.Skinner). Con respeto al fracaso, también es importante pararse a pensar, qué consideramos un fracaso, a qué nivel lo atribuimos, y a qué nos lleva. Tanto los éxitos como fracasos son estados de tránsito, que sirven para el cambio, para la mejora. Pueden ser pequeñas oportunidades para mejorar en el ámbito laboral, familiar, social, y personal.

Cuando en el entorno laboral uno se siente paralizado y no comprendido, durante largos periodos de tiempo, va perdiendo fuerza, y la solución que se plantea suele ser abandonarlo. Hay personas que llevan años en trabajos en los que dejaron de expresar. En este caso podemos también plantearnos su significado. Lo principal es conocernos a nosotros mismos, separar qué si podemos hacer y qué no de cara a nuestras limitaciones. A veces abandonar un puesto que daña las propias limitaciones de la discapacidad, es un paso adelante en conocerse y cuidarse. Pero en otras ocasiones, se convierte en una falta de capacidad de enfrentarse a la realidad, podemos justificar a nivel racional cualquier decisión que tomemos, pero esa tan sólo será la justificación para los demás. Lo que nos hace daño aquí es tratar de convencernos a nosotros mismos a nivel racional de que no huimos. No expresar y no afrontar, es lo que daña a nivel personal. Se convierte en una batalla perdida consigo mismo. Aquí es donde juega un papel imprescindible la emoción, los mensajes “yo”, cómo me siento ante tales conductas. Poder expresarlas al otro será lo que nos libere de la huida. Y cada día puede ser un nuevo comienzo.


Otro mito a desmontar es la sensibilidad o fragilidad de la discapacidad, esto no es cierto. Esto son estados o rasgos de cada persona que los hacen humanos, no son cualidades que haya que eliminar del ser humano. Y ante ello, pedir ayuda. Culturalmente se le ha aportado un significado negativo, poco válido, etc... No obstante, pedir ayuda es, en cierto modo, algo evolutivo y adaptativo. Incluso los animales se ayudan mutuamente para ser más eficaces y dañarse menos. Vamos a recordar que ante el sufrimiento no estamos solos. Contemos con los demás. Desde la familia, hasta un compañero de trabajo, el frutero, un vecino o un amigo. Son apoyos necesarios para el ser humano, ser social.

Cada paso que vamos dando en conocernos a nosotros mismos es parte de nosotros que vamos construyendo, a la vez que destruimos otros aspectos que nos iban limitando, como incomprensión, prejuicios, etc. Vamos a ir creando nuestra mejor versión, sin pretender ser como otras personas, simplemente como nosotros podemos ser, poco a poco, intentarlo. Sentirnos reconocidos en nosotros mismos. Vamos a permitirnos ser cómo somos, vamos a acercarnos a lo que aceptemos ser en nosotros mismos. Vamos a escucharnos, esto significa callar y escuchar, sin juzgarnos, comprender. Igualmente vamos a hacerlo con los demás, también lo necesitan. No vamos a cargar con la mochila de nadie, no opinar, no jugar, solo escuchar y apoyar. También premiémonos por los éxitos, por mínimos que sean, esto es parte de cuidar de uno mismo, ya que el reconocimiento del valor externo es importante, pero más lo es, el interno. Permitirnos sin necesitar que sean los demás que nos den permiso.

Que vayamos conociéndonos, no significa que el futuro esté allanado, la angustia volverá, no podemos obviarla ni ignorarla, pero iremos conociéndola un poco más y aprendiendo a convivir con ella.

Es muy simbólica una frase de Frida Kahlo que es bonita escuchar de vez en cuando: “Si yo pudiera darte una cosa en la vida, me gustaría darte la capacidad de verte a ti mismo a través de mis ojos. Sólo entonces te darás cuenta de lo especial que eres para mí”.