REFLEXIONES DE LA EDAD Y LAS REDES SOCIALES

REFLEXIONES DE LA EDAD Y LAS REDES SOCIALES

El otro día iba paseando con el perro y encontré a unas personas mayores con las que compartí un rato de conversación, y me gustó escuchar cómo admiten y asumen que el tiempo pasa y que les gusta ser congruentes con su edad y vivir respecto a ello. Parece extraño que ese tipo de confesiones puedan resultar llamativas, ya que casi en todos los ámbitos resulta un tabú envejecer, o sentirse como la edad numérica que uno tiene. 

Me gustaría explicar este tema. En las redes sociales mostramos aspectos nuestros, privados, consciente o inconscientemente, que hacemos publicas, y al mismo tiempo en este destape psicológico juega un papel importantísimo la deseabilidad social, la imagen que queremos mostrar a los demás de nosotros mismos, y cómo ésta ha de ser agradable o complaciente hacia otros. Mostrarnos de un modo en que gustemos es parte de cada persona, a nadie le gusta mostrarse como un monstruo, no obstante, en ocasiones, pudiera parecer más que entramos en el juego de ser otros, en el juego de creernos el papel que hemos elegido y del que posteriormente nos va a pesar mantener. Creo que es algo peligroso tanto para uno mismo, ya que asumir esa nueva personalidad, dejando cada vez más oculta la propia, y al mismo tiempo taponando todo aquello que es propio y que no encaja con dicho personaje elegido, y que poco a poco va a ir censurándonos a nosotros mismos, puede provocar dicotomías en quien somos; como para los demás que nos encuentran en esa imagen idílica, la cual puede posteriormente ser más decepcionante. Sería como ese Superyo psicoanalítico, pero desde lo más externo a lo más interno…


Con el alto valor que damos a esa deseabilidad social en el día a día, a la vez se produce una potente prohibición a opinar. Suena raro sí, pero es difícil tener una conversación con otras personas en las que no metamos algún filtro para mantener una apariencia de “tolerantes intolerantes”. Casi en cualquier ámbito que se nos muestre, hay opiniones y fuertes posicionamientos, con lo cual se crean radicalismos y censuras. Si no se encaja en una opinión, parece que la alternativa para seguir opinando sería encajar en otra ya establecida. Eso es, a lo que yo llamo, prohibición de opinar y de hablar. Se crean pensamientos a través de medios de comunicación con el fin de clasificar a cada persona dentro de una categoría, como heurístico para ahorrar tiempo y para dogmatizar. El peligro está en quedarse encerrado en ellos. Se puede hablar de política, pero al final se habla de partidos políticos y las conversaciones se corrompen. Se puede hablar de ideologías, y uno se pierde en eslóganes. Las clasificaciones son utiles para poder enfocar ciertos aspectos, para que el exceso de de información no nos desborde, pero considero que ubicarse a uno mismo dentro de ellas es el error de cerrar la mente propia y dejarse a la deriva en pensamientos ajenos.

Me gusta hacer pensar a las personas, y pensar yo misma, esto no es cuestión de inteligencia, sino de reflexión, curiosidad, inquietud humana... Alimentar la capacidad de reflexionar, dudar, hacerse preguntas,  desmontar la publicidad, de confrontarse a uno mismo,  ya he dicho, desde ideológica, hasta de consumo de otro tipo. Me entristece y duele, escuchar o leer argumentos basados en frases hechas como los típicos “zas en toda la boca” o chistes o cómicos de broma fácil, que dejaron de esforzarse en sus bromas, para convertirse en parte de propaganda manipulativas y persuasiva. Cuando en las redes sociales se “siguen” videos, escritos, etc, de famosos o no tan famosos, con argumentos vacíos de razonamientos, con muchos seguidores y muestras inmaduras de pensamiento. El humor como herramienta política, artistas y famosos que opinan en todo sin conocimientos profesionales,  creo que lo que juega el gran papel ahí son los elementos persuasivos del lenguaje, y otra vez la deseabilidad social. 

Para entenderlo, parece que mostrase joven es sinónimo de apertura mental, de “buen rollito”, de culto, de empatía y entender al otro, etc… Sin embargo, bajo mi punto de vista, ser joven no ha de significar eso… Todos hemos sido o somos jóvenes, y no es eso lo que define la juventud. Es más la apertura mental por ejemplo, se quiere mostrar desde la juventud, cuando posiblemente sea el momento de mayor posicionamiento y rebeldía mental, aspecto sano en la adolescencia porque es parte del desarrollo psicológico. Lo que vengo a criticar, es que es más importante salir de una imagen de juventud errónea y confusa. Ser rebelde en ese sentido es lógico para cierta edad, lo que quizás no es tan lógico es mantenerse en una edad adulta, con una queja constante de la vida (sin ser constructiva), un oposicionismo sin escucha, y argumentos vacíos, que muestran más anhelos de ser queridos, de complacer, de sentir que así uno se crea un rol a sí mismo y tiene cabida en ciertos círculos, y de creerse el engaño de estar por encima en inteligencia que la mayoría, creerse un libre pensador a través de refuerzos de otras personas supuestamente afines, o simplemente a través de personas en los medios, convirtiéndonos en masa que opina de todo con el mínimo esfuerzo. 

A todos nos gusta sentirnos inteligentes, y es difícil no entrar en estos juegos persuasivos de las redes sociales, que ante el bombardeo constante acaban por agotarnos psicológicamente y es precisamente este agotamiento lo que nos gana. A todos nos gusta sentirnos queridos y arropados, pero no caigamos en la trampa de "likes" de masas, de envolvernos en un cariño y apoyo social en redes sociales, un apoyo que en definitiva no es real, no es tangible, y no nos hará felices ni realizados. No dejan de ser técnicas de consumo de toda la vida, un agotar "apedrear mental" para vender el producto. Aquí el producto es la imagen, y la imagen sesga a la persona, para entonces, no quedar persona.

Un ejemplo que he visto, y como este muchos, es el uso de imágenes conocidas, para movernos sentimientos de empoderamiento, a través de actores, o autonombrados artistas, dónde quizás tengamos que plantearnos a qué público va dirigido y no sentirnos nosotros como el público omnipotente en todo. Me explico, un famoso puede tratar de mostrar su fortaleza a través de frases como: “Me dijeron que no podría conseguirlo, y mira ahora, ¡mírame! Te jodes por decirme que no podía” donde lo que se expresa son algo más que esas palabras, donde es el adulto contestando desde su yo de 20 años a esas personas en aquel momento. Lo que yo veo ahí, no es una superación de sí mismo, ni una rebeldía propia de la juventud. Veo que ha surtido el efecto de la propia estrategia de aquellas personas por motivar o hundir a la persona en aquella edad, y no ahora. Me explico, esto es parte de una estrategia educativa, que puede funcionar o no, más antigua que los griegos. No obstante, lo que llama la atención, es que una persona famosa adulta muestre esta contestación con su edad, pero hablando desde una regresión a sus 20 años. Eso es lo más peligroso. El haber mantenido un patrón de ser o llegar a ser para los otros, y no para uno mismo, el placer de haber consigo ser lo que se es para sí mismo. El dar explicaciones a otros, y necesitar esa aprobación externa para validarse a sí mismo (más allá de las felicitaciones y el apoyo que siempre es necesario). Necesitar mostrar esa aprobación externa para poder ser…Esa es la parte perjudicial. Quizás este aspecto revele más las carencias actuales de estas personas, y hasta muestren en mayor medida cómo esos complejos siguen existiendo, que lo que literalmente buscan ofrecer, y que a simple vista nos parecen fortalezas. Manteniéndose en un nivel moral convencional, poco propio de la persona a la que se ha llegado a convertir. ¿Y para qué nos quieren mostrar eso?, y sobre todo ¿somos el público al que realmente va dirigido? ¿Qué ocurre con aquellas personas a las que le dijeron que no podían hacer cosas, y no pudieron?

Escucho muchas personas que se sienten mayores para aspectos que quizás no lo sean, y otras personas que por mimetizarse con otros y sentirse parte de algo, siguen comportándose, hablando y pensando como si fueran adolescentes. 

Quizás sea más importante preguntarse qué es lo que no son capaces de afrontar en la etapa personal en la que se encuentran, y entender para qué han vuelto atrás.

Y con ello, vuelvo al eterno principio, dónde me agrada y fascina encontrar gente congruente con su edad, asumiendo que envejecen, y que no es algo contra lo que haya que luchar, como lo hacemos todos, buscando lo mejor de su edad,  con sus dificultades, sus fortalezas, sus sensaciones y vivencias, de su experiencia y sus nuevos aprendizajes, y adaptándose a los duelos de las pérdidas de etapas anteriores, sin olvidar que en cada etapa de la vida se gana una serie de aspectos, mientras se pierden otros, quedando en etapas anteriores, y de soñar, en definitiva, vivir.